Acá viene lo que me desconcierta. El personaje del guion tenía un motivo comercial para hacer eso, quería comerciar caucho en una región de difícil acceso. ¿Cuál es la motivación de Herzog para hacer semejante locura? No terminé el diario pero vi hace un tiempo el documental sobre la filmación—que es tan hipnótico como la película. El tipo pasó no sé cuántos meses internado en la selva, en condiciones pésimas, haciendo varios viajes insoportables de vuelta a Estados Unidos para tratar de conseguir más presupuesto porque siempre se le acababa, odió con fervor la naturaleza que lo atacaba, tuvo que resolver guerras entre tribus de indios que no lo dejaban filmar… ¿Por qué quería tanto pasar ese barco de un río al otro por una montaña?
Mi problema es que la emoción que más me viene cuando pienso sobre esta historia es envidia. Quiero eso. Quiero querer tanto algo, tener un objetivo clarísimo que no me pase todo el perro tiempo cuestionándome y que me lleve decididamente a la acción. ¡Quiero ese barco! Y nunca lo tuve ni creo que lo vaya a tener. Tener algo así no diría que te hace feliz en el sentido caricaturesco que se tiene de la felicidad. Herzog aparentemente la pasaba para el orto. Pero te tiene que simplificar la vida. Si querés tanto algo, es fácil poner todo lo demás supeditado a eso y Actuar.
Me pregunto si no tener norte no es un tema generacional. Si pienso en los amigos con los que charlo me cuesta acordarme de alguno creyendo mucho en un Objetivo. Uno ayer me decía que una pregunta jodida para hacerle a alguien es “¿para qué hacés lo que hacés?”. Casi todas las respuestas de mi generación son del tipo “no sé, de algo hay que vivir”. Así es muy difícil. Inclusive tener familia parece más algo que fue saliendo que un objetivo cumplido. Otra cosa que me hace pensar que sea algo que define a una época—a mi generación y capaz otras alrededor—es que no logro ni concebir cabalmente el concepto de Objetivo. Incluso los tiempos que trabajé muchísimo (haciendo ciencia) no me creía por qué lo hacía (siempre me pareció que era más para alimentar mi ego que otra cosa). Esa carencia me sugiere que es un concepto que no flotaba en nuestra cultura en los tiempos que nos criamos. No lo mamamos.
No sé qué pensaría Herzog al respecto. Tal vez más adelante en su diario aparezcan algunas pistas. Pero segurísimo que no es “que se yo, de algo hay que vivir”. Si quería filmar ese guion para vender películas podía hacer subir un barquito de plástico en un estudio en Los Angeles, como le sugirieron sus productores. Claro tal vez no sea generacional, tal vez sea la norma, y tipos como Herzog son excepciones que por ser excepcionales se hicieron famosas. Eso no quita que le envidie mucho su barquito.
D.L.
Natal, 11 de Enero de 2017